Los estudios científicos tratan de dar una explicación a los múltiples desórdenes genéticos que sufren las personas. Existen diferentes orígenes, como la mutación genética no deseada, frecuente en muchos cánceres, y la duplicidad de cromosomas, de forma accidental o por un defecto en los genes heredados.
Las alteraciones en el número de cromosomas constituyen la causa más común de desorden genético tanto en los abortos espontáneos como en el recién nacido. Habitualmente, las más frecuentes corresponden a las trisomías (presencia de tres cromosomas en lugar de los dos habituales) en el par 21 (síndrome de Down), en el 18 (síndrome de Edwards) y en el 13 (síndrome de Patau). Las dos últimas causan malformaciones múltiples que dan lugar, en la mayoría de los casos, a la pérdida fetal. Cuando se diagnostican en el recién nacido, éstos no suelen superar el año de vida.
Enfermedades por desorden genético
La detección convencional de estas anomalías se realiza mediante el estudio del cariotipo fetal. Para ello, es necesario el cultivo de células presentes en el líquido amniótico, que se obtiene mediante la amniocentesis. Esta prueba consiste en la introducción de una aguja hueca a través del abdomen de la embarazada para llegar a la matriz y extraer líquido amniótico del saco vitalino. Posteriormente, se realiza un estudio citogenético, que requiere al menos dos semanas. Gracias a este análisis se pueden detectar diversos problemas en el feto: alteraciones tanto en el número como en la estructura de los cromosomas, translocaciones y enfermedades metabólicas hereditarias.
Tras la extracción del líquido amniótico se comprueba que el feto no ha sufrido ningún daño y que la madre no presenta hemorragias ni pérdidas de líquido. Normalmente, es necesario guardar reposo durante un par de días. Aunque es una prueba segura, siempre existe, tras su realización, cierto riesgo de aborto espontáneo.
Otra prueba de diagnóstico prenatal consiste en la biopsia de las vellosidades coriónicas, las prolongaciones vasculares del cortón (una membrana fetal externa) del embrión que intervienen en la formación de la placenta.
Según comenta el Dr. Juan Menaya Fernández, especialista del Centro de Estudios Genéticos del Sanatorio San Francisco de Asís, de Madrid, frente a la existencia de circunstancias que requieran un análisis más rápido, como por ejemplo, la presencia de alteraciones bioquímicas o hallazgos ecográficos, que hagan sospechar una posible alteración cromosómica, se debe realizar un diagnóstico prenatal rápido de las alteraciones en el número de cromosomas mediante QF-PCR (Quantitative Fluorescence Polymerase Chain Reaction), un análisis de marcadores específicos para cada par cromosómico.
Esta prueba consiste en la amplificación de ADN con cebadores fluorescentes. La ventaja de esta técnica es que puede llevarse a cabo en cualquier tipo de muestra fetal además de en el líquido amniótico no cultivado y la vellosidad corial, en sangre y tejidos fetales. Es indiferente la edad gestacional y la cantidad de muestra suficiente es de 0,5 -1,5 ml de líquido amniótico. Otra de las ventajas que presenta es el análisis simultáneo de los cinco cromosomas (21, 18, 13 y cromosomas sexuales x e y) en un plazo de tiempo corto, de 24 a 48 horas. Aunque la fiabilidad es muy alta, un 98 por ciento, se recomienda el estudio simultáneo del cariotipo fetal mediante el análisis citogenético para confirmar el resultado.
Por otra parte, son recomendables la amniocentesis y la ecografía prenatales en el caso de las parejas con al menos un 1 por ciento de riesgo de tener un hijo con un defecto en el cerebro o en la médula espinal.
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