Es un peso agobiante, que obliga a millones de personas a buscar curación. Ahora, por fin, los investigadores están haciendo emocionantes descubrimientos respecto a como nos ataca el dolor, y como podemos bloquear sus incapacidades.
Suena el despertador a las 7 de la mañana; Maureen Hemmis, de 37 años, busca a tientas sus píldoras. "El dolor nunca desaparece", explica. Primero, es el "diario dolor que siento al moverme", debido a la artritis reumatoide que ha padecido desde los 18 años.
Después, la atormentan las sensaciones intensas, como puñaladas, que cambian de lugar cada día. Las peores son las punzadas repentinas, como quemaduras, en las articulaciones. "Me duele todo; no soporto que me muevan ni que me toquen. Es como si ardiera por dentro".
Todos hemos sentido alguna vez un dolor de breve duración: el rápido flamazo en un dedo, o la sorda pulsación en el dedo gordo del pie, después de un golpe. Sin embargo, para millones de personas, el suplicio es constante. Se prolonga mes tras mes, y las hace caer en interminables ciclos de ansiedad, depresión, perdida del apetito e insomnio.
0 comentarios:
Publicar un comentario